"Si no podemos vivir juntos, moriremos solos"
Jack Shephard (Lost)

miércoles, 23 de noviembre de 2011

DE PUTAS EN MARRUECOS


Volvíamos del desierto. La compañía difícil de mejorar: mi amigo y hermano Antonio; David y Dani, que a la postre eran dos recién conocidos, de Vallecas, de esa gente noble que te arranca una sonrisa a cada rato. El lugar un minibus. Comentas la jugada:

“Hace un par de días, íbamos paseando por una calle que está cerca del hotel, de noche”. La zona no era la más adecuada, cuando te alejas del centro de la ciudad, de la muralla de la Medina, de alguna forma te adentras más en África. “Estaba oscuro, las fachadas desconchadas y no había mucho tráfico. En la cuneta había varias mujeres con bolsas en la mano. Vestían a la europea, pero no eran precisamente muy agraciadas físicamente”. “Una se nos acerca. Nos enseña un cepillo de dientes. No sé que dice, pero lo suponemos. Nos da la mano, le decimos el nombre, nos vamos”.

Cuando comentas algo así, lo primero que te contestan es “eran putas”, y lo segundo es, por curiosidad, “yo también quiero verlo”. Así que ahí estábamos los cuatro, recién regresados de dos días en el desierto y de cenar una pizza al lado de nuestro hotel, caminando por una de las zonas más africanas de Marrakech, buscando qué sé yo el qué. En esas aparece Camille.

Camille es un periodista francés, lleva seis años en Marrakech y escribe en una revista llamada ‘Made in Medina’ que se publica en francés y que se destina a los turistas. Es rubio, con ojos claros, muy delgado y habla un español de libro. Muy gentilmente nos pregunta qué buscamos y nos sugiere que tengamos cuidado. El tipo se confía y nos invita a subir a su coche porque al parecer no es buena zona y es mejor que nos vayamos de allí. No hace falta llevar seis años para darse cuenta, pienso yo.

Camille nos cala. O eso se cree él. Dice “os voy a llevar a un sitio que os va a gustar”. Nos subimos en su Renault Gordini negro del año 68, desde mi asiento de copiloto saboreo cada uno de los mandos del coche francés. El cambio de marchas en el salpicadero, acabados en madera y ese sonido reconfortante cuando el clásico empieza a andar y ves que puede con el peso de los cinco. De aspecto está impecable y parece que la mecánica también.

El periodista francés para en la puerta del África Chic. Impresionante. En ese momento de un taxi baja una individua que podría ser brasileña perfectamente, aunque es marroquí. Sin ningún recato deja ver su tanga amarillo, sonríe a los puertas de la discoteca y pasa.

La despedida de Camille es rápida, “pasadlo bien”, dice y se va, aunque me deja el facebook. A pesar de mis pantalones cortos del dépor y mi camiseta negra sin mangas puedo pasar sin ningún problema. Dentro, el espectáculo es increíble. Como en una escena de ‘Americano Impasible’ mujeres bellísimas distraen los pensamientos de hombres viejos europeos, la mayoría franceses, seguramente con hijos, casados o divorciados. Están a kilómetros de sus casas y no tienen reparo en meter mano a una chica que podría ser prácticamente su nieta.

Me toca pedir en inglés. Hemos pasado gratis y ahora nos la van a clavar, pienso. Pero no. Cinco euros o cincuenta dirhams un vaso de cerveza aguada. Con poco sabor a cerveza, aunque se asemeja por su suavidad a la italiana. Caro en España, un robo en Marruecos, pero esto es otro mundo y aquí nos podrían haber cobrado casi a su antojo.

Nos mezclamos entre la masa y vemos a esas mujeres que sueñan con vivir como lo hacen las europeas de las películas. Hay alguna que merece un par de vistazos, pero no pasas de ahí, por principios. También nos preguntamos si alguna de las que de noche está en estas discotecas, por el día lleva velo. Cuanta hipocresía: la belleza incontestable de las marroquíes sólo al alcance de viejos europeos pudientes. Decadencia.

9 comentarios:

  1. Muy bueno Pablo! Una gran experiencia que merecía ser contada

    Alberto Roventy

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  2. Grande Pablo, me he quedado flipando!!

    Andrés León

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  3. yo siempre pense que el motivo de que los islamicos lleven a sus mujeres tapadas es precisamente su belleza,no quieren que nadie las mire,pues podrian ser tentadoras.ya se sabe ques es una sociedad muy machista.
    Sin embargo esas mismas mujeres luego encuentran su momento de desparrame...no sabia que habia putiferios en Marruecos hasta que me lo contaste.GALLAGHER

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  4. Muy bueno Pablo! Tengo que leerte mas!! ;)

    Patricia Ríos

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  5. Muy bueno la verdad, aunque te quedas ligeramente corto con lo de un par de vistazos, jajaja PD: a ver esas fotillos....

    David Sanz Peña

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  6. La situación la verdad es que fue un tanto curiosa. Paseas por la calle, una mujer te da la mano, intenta negociar contigo (cuando en el comercio no lo hacen) y como tu mismo dices no sabes lo que te ofrecen pero lo intuyes.
    Una imagen graciosa que no olvidaré es el señor de 70 años que saca a bailar una canción romántica a una puta del bar y se abrazan como 2 "enamorados", jajaja.

    Antoñito

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  7. Gracias por enriquecer la historia con tu comentario, Antoñito.
    Un abrazo!!

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  8. Que sean marroquies no quiere decir que sean Musulmanas, y como si lleva burka, el Islam es una forma de vida que se practica dia a dia, y demostrandolo con las acciones, asi que no te equivoques, esa escoria que habras visto en la Discoteca SON MARROQUIES PERO NO MUSULMANAS, y son una minoria del Pais, España tambien esta lleno de Prostitutas amas de casa ahora por la crisis.......asi que NO TENGAMOS DOBLE MORAL

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    1. Efectivamente, El Afrincano, cada uno libremente que lleve lo que considere oportuno, faltaría más. Lo único que quería expresar era el contraste y por supuesto que lo criticable es que haya europeos de 80 aprovechándose de la situación de estás mujeres y de la escoria que las explota. Por supuesto, distingo entre musulmán y marroquí, igual que entre español y católico.

      En cualquier caso, el Afrincano, te agradezco tu lectura y el comentario.

      Un saludo cordial.

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